Cuando Jorge Ignacio Palma admitió el miércoles ante la Guardia Civil española que había descuartizado el cuerpo de Marta Calvo, parecía que había confesado su asesinato y que el caso estaba prácticamente cerrado. Pero esto puede haber sido sólo una estrategia de defensa.
Los agentes habían estado buscando a esta mujer de 38 años durante casi un mes en relación con la desaparición de Calvo, que desapareció el 7 de noviembre tras una cita con el sospechoso, a quien conoció por Internet.
Palma, que tiene antecedentes penales y estuvo presa en Italia en 2008 por traficar cocaína de alta calidad, dijo a la policía que entró en pánico y decidió deshacerse de su cuerpo. Confesó haber cortado su cuerpo y haber tirado las piezas en diferentes vertederos del municipio valenciano de Manuel y sus alrededores.
Si no se recupera el cuerpo de Calvo o si no surgen otras pruebas, como el testimonio de un testigo, será muy difícil refutar la versión de los hechos de Palma, según un juez, un profesor de derecho penal, un fiscal y un abogado ajeno al caso, que pidieron que no se les identificara.
Sorprendentemente, cortar el cuerpo de una persona a la que no ha asesinado y tirar las piezas no es un delito en España, sino más bien una infracción administrativa por infringir las normas mortuorias que se castiga con una multa.
Al confesar que cortó el cadáver, Palma se ha protegido del descubrimiento de posibles manchas de sangre incriminatorias en su coche o en su casa, según fuentes expertas, lo que significa que la policía necesitará más pruebas de signos de violencia para probar que era culpable de asesinato.
Es más, aunque Palma confesó haber consumido cocaína, las fuentes dicen que no se le puede acusar de tráfico porque las drogas fueron compartidas en un «ambiente privado».
La afirmación de Palma de que la muerte de Calvo fue accidental, sin embargo, se ve debilitada por el hecho de que, de haber sido así, debería haber avisado a la policía, para que pudiera ser confirmada por un equipo forense. Palma también estuvo involucrada en la muerte de otra mujer en abril. En ese caso, el sospechoso, que es colombiano pero vive en España desde hace años, tuvo relaciones sexuales con una prostituta brasileña en un burdel de Valencia. Según fuentes policiales, la mujer comenzó a tener convulsiones después de consumir cocaína durante un acto sexual similar al que Palma dice haber practicado con Calvo. Murió unos días después y su cuerpo fue repatriado a Brasil.
Una cámara de seguridad captó a Palma corriendo desde la habitación mientras tenía convulsiones, pero no fue acusado del delito de no rescatar a una persona necesitada.