Hubo muchos eventos memorables dentro del Congreso español el martes, cuando los legisladores recién elegidos juraron sus cargos después de las repetidas elecciones generales del 10 de noviembre.
Sin un nuevo gobierno a la vista y con una mayor fragmentación parlamentaria que nunca, quedan pocas certezas políticas en un país que ha celebrado cuatro elecciones nacionales en otros tantos años.
No había tal certeza con respecto a la composición de la Mesa del Congreso, el comité de oradores que supervisa el funcionamiento de la cámara baja. Al final, a pesar de los primeros intentos de excluir al partido de extrema derecha Vox, uno de sus representantes, Ignacio Gil Lázaro, obtuvo un escaño.
Este organismo cuenta ahora con tres delegados del PSOE, tres de las Unidas Podemos, tres de las anti austeridad, dos del Partido Popular (PP) conservador y uno de Vox, que surgieron en las encuestas del 10 de noviembre para convertirse en la tercera fuerza más grande del Congreso.
Peleas de asientos
Antes de conseguir un puesto en la Mesa, el partido ultranacionalista ya había hecho una demostración de fuerza al llegar temprano y ocupar los escaños centrales del Congreso. Esto desató una disputa entre Luis Gestoso de Vox y Marcos de Quinto, un ex ejecutivo de Coca-Cola que ahora es diputado del centro-derecha Ciudadanos, que había ocupado esa área en el pasado. Esta es también la zona tradicionalmente utilizada por los partidos regionales con simpatías nacionalistas y separatistas.
El incidente se convirtió en una confrontación física. Algunas fuentes parlamentarias dijeron que Gestoso empujó a De Quinto, mientras que Vox dijo a la agencia de noticias EFE que fue De Quinto quien empujó a Gestoso y lo tiró al suelo. Otros testigos dijeron que nadie terminó en el suelo. «Sólo había empujones y empujones», informó un legislador.
Mientras que nadie resultó herido en la refriega, otro legislador sufrió una lesión después de resbalar en las escaleras. Adriana Lastra, la portavoz parlamentaria del PSOE, se torció el tobillo cuando se dirigía a votar por el presidente del Congreso y necesitaba atención médica.
Viejos y jóvenes
La ceremonia fue presidida por un comité formado por los miembros más antiguos y más jóvenes de la casa. Agustín Javier Zamarrón, de 73 años, quien ha sido comparado con el escritor de principios del siglo XX Valle-Inclán por su barba blanca y su conducta solemne, abrió el Congreso con una disculpa a los españoles por la incapacidad de sus políticos para formar un gobierno. A principios de mayo, Zamarrón también presidió el inicio del anterior parlamento, que duró siete meses. Si no surge pronto ningún gobierno, este nuevo mandato político podría ir por el mismo camino.
Junto a Zamarrón estaba Marta Rosique, de 23 años, del Partido Republicano de Cataluña (ERC), que desató una polémica cuando comenzó a nombrar a las personas que cumplían penas de prisión por su papel en el intento unilateral de secesión de 2017 antes de leer la lista de diputados electos. Esto provocó un fuerte abucheo de Vox y los aplausos de su propio partido, que podría ser la clave para formar el próximo gobierno español. Zamarrón la regañó y dijo que es mejor «olvidarse de las nubes que pasan».