Belleza femenina

Belleza femenina, un concepto con evolución histórica

La belleza es un término cargado de perspectivas subjetivas y de realidades no absolutas que ha ido evolucionando y modificándose ampliamente con el paso de los años; sin embargo no deja de estar ampliamente relacionado con patrones y cánones establecidos que crean moda y marcan tendencias, en estilos que ceden a las presiones sociales para ser aceptables.

La conceptualización de la belleza ha cambiado con el tiempo y mucho ha tenido que ver con ello el arte y sus tantas ramas, creando ideales de cómo es el cuerpo ideal de una mujer, su cabello ejemplar, su estatura modelo, hasta que alcanza en la actualidad también a los hombres, dejando de ser la figura femenina el único centro del concepto.

Bella femenina un concepto condicionado por el arte y la moda

La influencia de las artes y la moda condicionando la conceptualización de la belleza femenina no es algo nuevo; desde tiempos prehistóricos se ha condicionado el considerar “bello” a lo que las artes ya sea la pintura, la escultura, la cerámica, la fotografía o la literatura plasman y refieren en sus obras, lo mismo pasa con lo que se impone como moda, ya sea que se refiere al atuendo, los accesorios que les complementan o a las formas y colores del cabello 

Curvas y grosor: primeras referencias de la belleza femenina

Las primeras referencias de la belleza femenina están llenas de curvas marcadas y de grosor prominente, que a través de la escultura fueron dadas a conocer con las Venus, donde destaca la de Willendorf; éstas estatuillas muestran cuerpos redondeados de mujeres, con pechos prominentes, características que predominan hasta final del siglo XVII e inicio del siglo XVIII.

 Se podría aseverar entonces que era éste el tipo de belleza la más aceptada entonces: Mujeres de grandes senos y anchas caderas, sin exigencias de vientres proporcionados ni largas y delgadas piernas.

Un vestuario que estiliza cambia el concepto de belleza

El nacimiento del corsé en el siglo XVIII va amoldando la forma del cuerpo a figuras más estilizadas y definidas, tener una cintura delgada, voluptuosidad y curvas suaves y definidas, se vuelven entonces el concepto de belleza aceptable y a imitar, marcados en las ilustraciones a través de las pinturas de la época, llegando así hasta el siglo XIX

La moda se impuso con la costura de prendas de vestir que daban volumen al cuerpo en su parte baja y marcaban de forma curvilínea y voluptuosa la parte alta, así una mujer cuya parte trasera baja no fuera voluminosa podía parecerlo, y si sus pechos no eran prominentes, el vestuario se lo permitía refleja sin ningún problema, por lo que el concepto de belleza se transforma y busca entonces que las mujeres sean más curvilíneas y voluptuosas.

A finales del siglo XVIII y entrado el siglo XIX la conceptualización de la belleza se inclina hacia las caderas más anchas y cintura estrecha, brazos redondeados y carnosos, la belleza se predispone al tono de piel blanca y pechos prominente; las pelucas acentúan la belleza y el uso de los perfumes toma posicionamiento y preferencia al igual que los primeros maquillajes.

Juventud y delgadez es sinónimo de la belleza femenina con el nuevo siglo y trascienden hasta la actualidad

El siglo XX llega con una radical conceptualización de belleza femenina imponiendo en ésta un cuerpo delgado y de definición atlética, con apariencia joven, el nuevo concepto de belleza trae consigo el auge de los trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia, buscando las mujeres de la forma que sea lograr ser delgadas para cumplir con él. Igualmente las dietas tienen posicionamiento persiguiendo una cintura más pequeña y muslos más delgados.

Las pasarelas, pantallas y revistas se llenan de mujeres delgadas que se convierten en los “modelos ideales” de belleza femenina, incrementando entonces la presión social a lograr este tipo de cuerpo joven y delgado.

En los años 1930-1940 la belleza no sólo va en la ropa exterior sino en la interior, la lencería cobra protagonismo. Con la entrada de los años 1950 hasta 1960 las curvas marcadas, la voluptuosidad, piernas largas y delgadas así como el tono rubio en el cabello se adueñan de los estándares de belleza femenina.

Los cuerpos femeninos se van adelgazando y estilizando por exigencias de la moda a patrones de belleza entre 1970 y 1980, y los senos toman mayor protagonismo, relegando las formas agraciadas, llegando a convertirse en puntos focales irrefutables de belleza y lucirlos con un abdomen plano es requisito para ser considerada una “mujer bella”.

En los 90 las cirugías plásticas y cosméticas se imponen buscando la perfección del cuerpo hacia la delgadez y grandes senos, al igual que labios voluptuosos y pómulos prominentes, los estiramientos de piel para mantener la eterna juventud es una de las cirugías más solicitadas por la féminas que buscan llenar los patrones de belleza.

La piel morena y muy bronceada, el cabello hacia tonos rubios casi dorados son puestos en el tapete y la moda se posiciona de forma importantísima, va de lo sensual a lo casi vulgar con tamaños muy pequeños y diseños ajustados que muestran mucha piel.

Llegado los 2000 las curvas vuelven a ganar terreno y el color de piel deja de ser importante, siendo el cabello protagonista con cortes muy radicales y asimétrico, además de colores inusuales como azules, violetas y rosas, que en la actualidad siguen siendo tendencia.

La tecnología no ha dejado por fuera al concepto de belleza y los programas computarizados buscan perfeccionar los rostros y cuerpos de las mujeres, sin embargo la oleada de féminas que prefieren la belleza a niveles personales es amplia y cada vez más popular; la belleza es más que verse bien sentirse bien con la imagen propia sin necesidad de seguir modelos estereotípicos.

Hoy más que nunca la belleza es subjetiva y la carga del arte y la moda en el concepto no es imposición sino una elección personal.

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